El más dulce de los cielos:
El hogar debe ser hecho todo lo que la palabra implica. Debe ser un pequeño cielo en la tierra, un lugar donde los afectos son cultivados en vez de ser reprimidos. Nuestra felicidad depende de que se cultive así el amor, la simpatía y la verdadera cortesía mutua. El símbolo más dulce del cielo es un hogar presidido por el espíritu del Señor. (El Hogar Cristiano, pág. 88. Elena de White)
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