“El sello de la Deidad,
manifestado en las páginas de la revelación,
se ve en las altas montañas, los valles fructíferos,
y en el ancho y profundo océano. Las cosas de la natu-
raleza hablan al hombre del amor de su Creador. Por señas
innumerables en el cielo y en la tierra, nos ha unido consigo.
Este mundo no consiste solo en tristeza y miseria. “Dios es
amor”, está escrito en cada capullo que se abre, en los pétalos
de toda flor y en cada tallo de hierba. Aunque la maldición del
pecado ha hecho que la tierra produzca espinas y cardos, hay
flores en los cardos, y las espinas son ocultadas por las rosas.
Todas las cosas de la naturaleza dan testimonio del cui-
dado tierno y paternal de nuestro Dios, y su deseo
de hacer felices a sus hijos.”
Patriarcas y Profetas, Pág. 649
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